Agencia marketing digital Tenerife
El otro día hablaba con un buen amigo abogado, quien me contaba que recibía muchas llamadas en su despacho para realizar pequeñas consultas. Él siempre les refiere a la tarifa que tiene para esas consultas en las que resuelve dudas y trata de asesorarles de la manera más profesional. Y me contaba esto porque un buen porcentaje de esas llamadas pretendía obtener una respuesta a sus preguntas en ese momento y, por supuesto, sin que mediara contraprestación económica, argumentando- según me decía-, que ese precio era muy caro por responder a una pregunta. «¿Conoces la respuesta a la pregunta? Pues yo sí, y eso es lo que vale el precio de la consulta». De esta manera tan categórica, mi buen amigo resolvía la polémica.
En ocasiones el trabajo de profesionales independientes y de pequeñas empresas no se valora como debería. Cuesta creer que alguien acuda a la consulta de un dermatólogo, un psiquiatra, o cualquier otro profesional de la medicina, y una vez resueltas sus dudas se marche sin pagar, pero hay otros profesionales que sí parecen obligados a ello. Y cuyo trabajo no tiene valor.
En nuestro campo, en el mundo del marketing en general (aunque en menor medida en el marketing digital) ocurre como en el fútbol: mucha gente cree que podría hacerlo mejor. Por supuesto que opinar es un derecho fundamental y cuyo ejercicio es saludable, pero la opinión no debería estar reñida con el respeto y la consideración hacia el trabajo de otras personas.
Una campaña puede parecer mejor o peor, pero detrás siempre existe un equipo de trabajo que analiza, crea, prueba, y vuelve a analizar. Que se deja la vida, y que sigue a su criatura mientras esta se desarrolla y hasta que pasa a mejor vida. Resolver que una campaña es una m***** es subestimar el trabajo de muchos profesionales que seguramente saben lo que se hacen, y a quienes errar les hace más humanos.
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